CLASES DE LOS INVERTEBRADOS
El 26 de mayo de 1954, se consagró Obispo de la Diócesis de Bolívar (provincia del Chimborazo y Bolívar), designación hecha por el Papa Pío XII.
Al llegar a Riobamba, visitó las comunidades campesinas e indígenas donde constató los graves problemas de estos sectores sociales.
En 1956, siete años antes de que se promulgara la primera ley de Reforma Agraria, Monseñor Leonidas Proaño, al constatar que la Diócesis que dirigía era propietaria de extensas propiedades, proyecta la entrega de haciendas de la iglesia a los indígenas: “No se trata de dar una cuadrita a cada individuo. Quiero que la parcelación se efectúe entre cooperativas para que sea de provecho”.
Para apoyar las experiencias comunitarias e integrales, Mons. Proaño, con el aporte de religiosos y seglares, organizó:
El Centro de Estudios y Acción Social (CEAS), encargado de fortalecer las organizaciones y apoyarles en proyectos productivos.
Escuelas Radiofónicas Populares del Ecuador (ERPE), responsable de la alfabetización y de la educación de adultos.
Hogar Santa Cruz, el espacio de experiencia de vida comunitaria y de los procesos de formación y capacitación.
Equipo Misionero Diocesano, comprometido con la formación de las comunidades de base y de la evangelización en la Diócesis.
Equipos pastorales, “orientan su actividad a la formación de la comunidad eclesial de base y hacia la comunidad cristiana”.
Equipo de coordinación, “el equipo debe estar también al servicio del plan concreto, adoptado de común acuerdo por los agentes de pastoral y por las comunidades cristianas“.
Por petición del movimiento indígena es designado por el Papa Juan Pablo II “Obispo de los Indios”.
En 1986, recibe el Premio Rothko por la Paz (Houston-EEUU); y, en 1988, el Premio Bruno Kreiski (Austria), por la defensa de los Derechos Humanos. Antes de su muerte crea la Fundación Pueblo Indio del Ecuador. Muere el 31 de agosto de 1988.
Comentario 2: ‘EDUCACIÓN LIBERADORA’
‘Analizando la estructuración de la sociedad, vemos claramente que todas las estructuras creadas para realizar todo lo que se llama educación, están íntimamente conectadas con las finalidades del sistema social. En los planteles de educación se infunden ideas que llevan a los jóvenes a pensar que la mayor ambición de su vida consiste en obtener un título que los capacite para ejercer una función en el seno de la misma sociedad. ¿Para qué? En el fondo es para ganar dinero, para buscar su bienestar y enriquecimiento. No importa ya la dignidad de la persona. Lo jóvenes que se preparan en estos planteles, no respetan su propia dignidad de hombres, sino que la pisotean con el objeto de alcanzar este título y de ponerse en el camino de ganar mucho dinero. Si no respetan su propia dignidad de hombres, menos aún pueden respetar la dignidad de quienes, por un motivo u otro, se convierten en sus subalternos, es decir, en sus subordinados, en sus dependientes, en sus explotados…
El objetivo en el sistema educativo vigente es tener más y, por lo mismo, producir más. Cuando este sistema habla de desarrollo, hay que entender el desarrollo puramente económico y materialista. En el sistema educativo que quiere ser liberador, el objetivo es el hombre y la búsqueda de que ese hombre sea más hombre, de que crezca en humanidad, de que se haga cada vez más libre.
En el sistema educativo vigente, el método es piramidal, vertical, jerarquizado, es decir, dominador. En la cumbre de la pirámide está lo que llamamos la jerarquía de una sociedad. Sus integrantes son los dominadores. Ellos son los que imponen. Ellos son los que mandan. Ellos son los que planifican. Los demás son los que se encuentran por debajo, los que constituyen la base de la pirámide, los que aprenden, los que obedecen, los oprimidos, los explotados, los conformistas, los pasivos, los ingenuos, en una palabra, los dependientes. En cambio, la educación que quiere ser liberadora, utiliza como método el diálogo, hace desaparecer la relación educador-educando para convertirla en una relación horizontal en la que unos y otros somos a la vez educadores y educando. Aquí empieza una personalización del hombre, una participación interna, el nacimiento de una corresponsabilidad, el nacimiento de una conciencia crítica, de una educación dialéctica. Aquí el hombre empieza a ser sujeto y no objeto de la educación. Aquí el hombre empieza a realizar su historia desarrollando su capacidad de pensar, su propia capacidad de crear, su propia capacidad de arriesgarse, su propia capacidad de entregarse al servicio de los demás.
En el sistema educativo vigente, los únicos que tienen derecho a la palabra son los que están arriba. Hablan para elogiarse los unos a los otros y para imponer silencio a los de abajo. En el sistema educativo que quiere ser liberador, se empieza por desatar las amarras que tenían esclavizada la palabra en boca del pueblo. Todos pueden hablar, sabiendo que la palabra es la capacidad de realización del mundo y de la autorrealización del hombre’ (Del libro ‘El Profeta del Pueblo’, Selección de textos de Monseñor Proaño, 1992, Pág. 164-168).
TEMA 3 : EL ‘TEJEDOR DE CABEZAS’.
Mensaje: De tejedor de sombreros, Monseñor Proaño pasó a ser ‘tejedor de conciencia’, tejedor de personas, de comunidades y de pueblos, para que nos adueñemos de nuestra historia.
Acogida. Canto 387: Danos un corazón. Bienvenida y motivación. Oración al Espíritu Santo.
Diálogo inicial: Muchas personas nos ayudaron a construirnos.
- ¿Cuándo hemos logrado pasar a ser personas adultas y responsables? ¿Quiénes nos ayudaron para esto?
Datos de la vida de Monseñor Proaño: Las Asambleas Cristianas.
‘Con la colaboración entusiasta de sacerdotes, religiosos y seculares de la ciudad, de las religiosas y de las novicias y de seglares competentes, organizamos las Asambleas Cristianas como un modo de evangelización a domicilio. Hicimos una preparación de quienes se constituirían en presidentes de las Asambleas Cristianas. Con ellos mismos se buscó los lugares de funcionamiento: casas de familias en las cuales se reunirían los vecinos. Era necesario que en esta casa tuvieran un radio receptor o que algún vecino se ofreciera a prestarlo.
Llegada la época del año prevista, tiempo de Cuaresma y tiempo de Adviento, desde la emisora de Escuelas Radiofónicas Populares, hacía yo la lectura y un breve comentario de un texto del Evangelio. Terminaba proponiendo algunas preguntas. Las personas congregadas en la casa reflexionaban alrededor de las preguntas y asimilaban así el Mensaje del Evangelio. El presidente o la presidente coordinaba y moderaba las intervenciones. Un secretario o secretaria tomaba nota de las diversas intervenciones y de las conclusiones a las que llegaban. La persona encargada debía enviármelas el día siguiente.
Uno de los resultados de las Asambleas Cristianas fue, como lo comentaba la misma gente, el conocimiento y el aprecio mutuo entre vecinos. ‘Antes, aunque vecinos, no nos conocíamos, apenas nos saludábamos. Ahora nos conocemos mejor, somos amigos y estamos dispuestos a ayudarnos unos a otros’. Efectivamente, se dieron casos de ayuda a los más necesitados…’ (‘Creo en el hombre…’, Pág. 79-80).
‘Estoy abriendo los ojos a quienes estaban viviendo en las tinieblas, estoy realizando una obra de concientización, una obra de educación de los hombres, una obra de educación liberadora; no tengo vergüenza de decirlo sino más bien orgulloso… Liberación de los hombres por todo el sistema de concientización, de personalización: los hombres aplastados empiecen a pensar por si mismos, los hombres que no tenían palabra empiezan a recuperarla y a hablar, los hombres que no sentían necesidades empiecen a sentirlas, y no solamente sus necesidades, sino también a ser conscientes de sus derechos y a reclamarlos delante de quien quiera.’ (‘El profeta del Pueblo’, Pág. 364).